La Sal y la luz del mundo
- Sarita
- 6 ene 2018
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 8 ene 2018
Mateo 5:13-16
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino para ponerla en el candelero, y así alumbre a todos los de la casa. Del mismo modo, alumbre su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo».

Qué significa que los discípulos de Jesús seamos «sal de la tierra»? Al igual que la sal —y que la luz con la también nos compara el Señor—, los cristianos estamos llamados a tener un impacto en la realidad en la que vivimos. Cuando uno echa sal en un guiso espera que al probarlo el sabor haya cambiado. Cuando uno enciende una luz espera que la oscuridad retroceda. Análogamente, los discípulos de Jesús somos enviados al mundo para algo y nuestra presencia en medio del mundo no puede pasar desapercibida pues somos, por gracia de Dios, portadores de un don inmenso: la Buena Nueva de Jesucristo.
El llamado es claro: vivir nuestra fe con fortaleza y ser en nuestra vida de cada día coherentes con nuestra identidad de cristianos de manera que podamos ser lo que Jesús nos llama a ser: sal de la tierra y luz del mundo.
Comments